En la Búsqueda del Equilibrio (Parte II)

MisHistorias

(Siguiendo los pasos en Bali de Elizabeth Gilbert, la autora del libro ‘Comer, Rezar, Amar’).

Tuvimos suerte pues llegamos temprano en la mañana a la casa de Ketut Lyer y fuimos los terceros en ser atendidos. El se toma todo el tiempo con sus ‘pacientes’ y contesta a todas las preguntas que se le quieran hacer. Las dos personas de turnos anteriores le preguntaron acerca de su edad, preguntas y mas preguntas acerca de su edad, lo que en mi opinión es una pérdida de tiempo pues ni Elizabeth Gilbert pudo averiguarlo. Luego fue mi turno

Primero me hizo su revisión general, oídos (muy bonitos), ojos (bien), rodillas (bonitas), hígado (trabajando bien), riñones (muy bonitos). Luego, las tres preguntas que todo balinés hace: De dónde vienes? A dónde vas? Y, eres casada? Se puso muy feliz cuando le dije que sí lo era, pero me dijo que si no lo hubiera sido, me hubiera dado un dibujo para ‘arreglar el problema’. Y luego, Ketut era todo oídos. Qué quería preguntarle? Fui directamente al grano. Le dije que quería que rezara una oración por mi padre. Su eterna sonrisa se convirtió en cara de preocupación.

-Por qué? Qué pasó? Tú, papá, se pelearon?

-No Ketut, él murió!

Para mi sorpresa inmediatamente se relajó, e incluso comenzó a sonreír de nuevo. Pensando en que no me había entendido, repetí de nuevo,

-El murió!

Ketut siguió sonriendo.

Mi mente quedó en blanco!

Me dijo que eso no era un problema porque yo también me iba a morir, y el también se iba a morir. Estaba en shock! Ah sí, Yo sabía esto, pues es obvio, pero haberlo oído de otra persona, y especialmente de Ketut Lyer hirió un poco mis sentimientos! Pero luego y de la nada, me abrió su corazón. Me explicó en sus términos mas profundos que la vida y la muerte son la misma cosa, que la muerte es parte de la vida y ambas van juntas, una siempre alcanza la mano de la otra y se atrapan todo el tiempo. El Todo es un círculo. Después de la vida va la muerte y después de la muerte va la vida. No hay nada que podamos hacer para evitarlo. Lo único que podemos hacer por nosotros mismos es aseguramos de hacer acuerdos con Dios, buenos acuerdos,  respecto de como queremos que sea nuestra vida.

Seguimos hablando de esto por otro rato, pero yo ya había conseguido lo que quería de Ketut. Comprender por qué las cosas pasan de la manera en qué pasan y finalmente encontré paz. Me sentí afortunada de haber tenido la oportunidad de hablar con él. Mi conclusión fue que Ketut Lyer es un hombre sabio. Después de que nos dimos cuenta que tanto su nombre ‘Ketut’ como el mío ‘Luz’ significan lo mismo  en nuestros respectivos idiomas nos reímos. Nos dimos un buen apretón de manos y me fui.

Esa noche salimos, pues quería ver Bali de noche. No encontré nada más que belleza. A donde íbamos encontrábamos a los balineses celebrando una ceremonia. A nosotros se nos permitió ver una de las más típicas: La Purnama, una ceremonia que se hace en luna llena para celebrar que los dioses descienden sobre el planeta y dan sus bendiciones al mundo. Fue una gran oportunidad el poder verla! Nos quedamos un rato más después de que la ceremonia terminó. Todos los que estaban presentes se saludaban y hablaban entre ellos como familia, como grandes amigos. Se sentían en paz con el mundo, estaban agradecidos por lo que tenían y luego de la ceremonia estaban además bendecidos. Un grupo de niños se nos acercó y nos pregunto: De dónde vienen? A dónde van? Y, son casados?

Después de varios días de disfrutar de Ubud tomamos el ferri a las Islas Gili. Me quedaría corta en palabras si describiera a Gili Meno como un paraíso escondido.  Gili Meno y Gili Air son islas perfectas para la meditación, para encontrar la verdad acerca de sí mismo, para perdonar el pasado y crear una esperanza por un futuro mejor. Gili Meno, la isla que escogimos siguiendo los pasos de Elizabeth Gilbert, es un círculo muy pequeño. Fácilmente se puede recorrer toda la isla en menos de una hora y está rodeada por el más hermoso y pacífico océano que he visto en toda mi vida. Sus colores eran la mezcla perfecta entre azul y verde aguamarina. No había carros, ni motos, ni bicicletas. Solo una que otra carreta tirada por un burro que nos llevaría al único pequeño hotel de la isla. Nuestra habitación de nuevo era una pequeña casita separada de los demás. Era completamente blanca. La ducha era exterior y su techo eran las estrellas. El único restaurante del lugar estaba en medio de la nada, justo al lado del mar. Todos los días pedía el mismo desayuno. Pancakes de banana con jugo de sandía y para terminar te de menta con miel y limón!

Cuando llegamos a Gili quería meditar como lo hizo Elizabeth Gilbert. Este era el lugar perfecto para practicar las enseñanzas de Ketut Lyer. Siempre meditar con una sonrisa en la cara y en la mente para que la buena energía encuentre su camino. Es muy difícil hacerlo, incluso en el ambiente propicio, pues la mente no quiere tranquilizarse y dejar de emitir palabras. Pero lo importante acerca de la meditación es intentarlo todos los días, porque solamente a través del silencio, encontraremos lo que estamos buscando!

Practiqué, pero mi práctica fue corta. Las aguas perfectas, transparentes y calientes del mar llamaban mi nombre. Podía oír a mi esposo y a mi bebé riendo y jugando fuera de mi vista pero muy cerca de mí. Fue entonces cuando entendí que el equilibrio que buscaba entre alma, mente y cuerpo se había dado naturalmente! Pude oír a la felicidad susurrarme al oído que debería simplemente levantarme, correr donde estaba mi familia y disfrutar de la vida. Y eso hice!

restaurante

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