Reseñas Literatura
Nota: Esta reseña tiene algunos spoilers…
Olga Tokarczuk no necesita introducción. Bueno, es polaca, Premio Nobel de Literatura 2018. Ya. Tiene varios premios anteriores al Nobel. Entiendo por qué. Parece como si enrollara sus frases a punta de croché. Cada una viene encadenada a la otra de forma perfecta. Pero no fue eso lo que me dejó de boca abierta. Al menos en este libro, ‘Los Errantes’, todavía gira mi cabeza intentando adivinar como es capaz de poner en el papel historias tan sencillas, que le pueden pasar a cualquiera, y que han pasado muchas veces por nuestras mentes efímeras, de forma tan sublime. Se quedará en una incógnita, por ahora.
Las historias contenidas en este libro, mis preferidas, son las que se centran en el comportamiento humano. En el por qué hacemos lo que hacemos y por qué a veces actuamos de forma irracional o impensable, movidos por fuertes emociones, recuerdos y expectativas.
- No es si no mirar su biografía en “El Mundo en la Cabeza”. Su propia descripción es tan completa y tan sensata que ni siquiera necesita de un libro para condensarla. Se puede coger entre las manos como texto aparte y voltearla a ella, la autora, y a la biografía, de arriba hacia abajo y de adentro hacia afuera. Su aspecto físico, psicológico, profesional, la descripción de su familia y sus tiempos nómadas, todo completamente desglosado y entregado en pedacitos al lector, para comer como pequeños pedacitos de galleta con alunas chispas de chocolate. No conocía Polonia, pero ya la conozco un poco después de leer su biografía, y ya la conozco un poco también a ella, e incluso sus entrañas. Me gusta su cotidianidad y la sencillez con la que abarca su propia genialidad.
- Otras de sus historias, todas excepcionales, pero que llamaron especialmente mi atención fueron “Kunicki” -por el desgarro de una separación, “Los Errantes” -porque nos enseña como es la vida tristísima de una madre que escapa de su marido e hijo discapacitado en un frío e indiferente Moscú y “Zona de Dios”, por describir lo que es andar en una cuerda de equilibrio entre la ética personal y el crimen. En Kuniki, un padre de familia busca a su esposa y pequeño hijo que se han perdido al bajarse del carro en plena carretera para que el niño estirara las piernas e hiciera pipi. Tenían un ferry que coger para regresar a casa. No aparecen mas. El padre busca la ayuda de un amigo y luego de la Policía. “Esta isla es tan pequeña” comentan los nativos indicando que nadie allí se puede perder. Todos se conocen, todos están a la vista de los demás, expuestos, sin secreto. Y sin embargo, su esposa e hija no aparecen.
- Y la mejor, corta pero contundente, “El Músculo del Ser Humano es la Lengua”, porque reflexiona de forma magistral sobre las personas que tienen como lengua nativa el inglés. Tokarczuk lo ve como una especie de maldición, pues estas personas no tienen como esconderse en los recovecos de una segunda lengua. Sus frases, acciones y expresiones siempre serán adivinadas, deducidas, descifradas, en cualquier lugar del mundo en que se encuentren. Peor aun, los demás si se esconderán detrás de otros conjuntos de silabas y palabras, dejándolos a la deriva, sin comprender realmente la dualidad del cerebro, del ser humano, del ser cultural que somos todos.
Me puso la piel de gallina la obsesión de Olga Tokarczuk con la fisiología humana, de vivos, de muertos. En varias de sus historias reporta crímenes o muertes naturales, pero describiendo los aspectos criminológicos y la fisiológicos al detalle. Sus diagnósticos psicológicos pululan por todo su libro, haciendo alusión, si no homenaje, a su carrera profesional, la psicología.
Me sumergí en aquellas historias de cuerpos y descripciones. La autora nunca se refiere por su nombre a la exposición de cuerpos “Bodies” pero yo quise hacer esa conexión. Porque los detalla en varias historias, como si se los hubiera encontrado esta exposición varias veces, en diferentes lugares, en diferentes momentos de su vida. Como psicóloga, ella revisa a profundidad el corte de los músculos, la organización de los órganos internos y externos y el principio y fin de ese cuerpo que ha permanecido intacto hasta después de haber expirado su vida. Me impactó el hecho de que de alguna manera se sintió atraída por lo que a mi personalmente me pareció una exposición de terror. Tal vez fue porque la vi no con ojos de psicóloga, o médica, pero como abogada de derechos humanos. Mientras me tapaba un ojo con una mano con la otra me preguntaba como alguien habría podido ofrecer su cuerpo de buena voluntad para semejante descarnamiento. -esto era lo que decía a la entrada de la exposición, que estos cadáveres eran voluntarios de la ciencia- pero no paré de preguntarme, y todavía me pregunto, cual es el verdadero motivo para hacer tal cosa?
En Australia alguien se preguntó lo mismo, pues cuando esta exposición se presentó allí en Noviembre de 2018 varios activistas de derechos humanos argumentaron que eran los cuerpos de prisioneros ejecutados en China.
No lo sé yo, tal vez Olga Tockarczuk tampoco, pues en su libro nunca se lo pregunta. Y para que? Ya muchos de sus personajes están acostumbraos a desdibujar con borrados esos limites entre la ética, el comportamiento racional y el crimen. Es lo que hace de este libro de antihéroes mas que de héroes, una lectura obligada para los amantes de la literatura.
Libro 100% recomendado.
Luz