Política

Seis de noviembre de 2020. Todas las esperanzas están puestas en que Joe Biden sea nombrado 46avo Presidente de Estados Unidos. Será un alivio. Pero al mismo tiempo las aguas siguen en movimiento. Son aguas oscuras y siniestras. Siguen ahí, presentes, completamente amangualadas entre el machismo y el racismo. Ahora son muy visibles. Si gana Biden probablemente se esconderán un poco, aunque sus ojos rojos seguirán acechando en la oscuridad.

Todo está de patas para arriba. Todavía aún. Donald Trump ganó en los Estados más pobres como Vermont, Tennessee y Florida. Y es que es este último el que más me molesta. Florida, un Estado latino de cabo a rabo. O al menos, muy representativo de la Comunidad Latina. Me pregunto como Estados Unidos llegó al punto en que los pobres, los Latinos y/o lo Latinos pobres votaron al más conservador, digno representante del ala derecha, un total supremacista? Es una situación bizarra y popular por decir lo menos.

Luego pensé que pudo haber sido el voto de los exiliados cubanos. Sí, son ellos los que votaron por Trump. Siempre escogerán a quien represente a la derecha. Los entiendo. Tienen miedo. Tienen miedo de las posiciones que se tambalean hacia el lado izquierdo del espectro, tienen miedo de una radicalización, similar a la que vivieron sus padres, sus abuelos en la Cuba de 1959. Se dirán a si mismos que esto podría pasar en Cuba, así como en Estados Unidos, y en cualquier parte del mundo y pensarán, que será de nosotros si llegase a pasar? Toda la lucha, la perseverancia por alcanzar el Sueño Americano no puede acabar derretida en las aguas socialistas. No. Trump es su carta de seguridad, el que refleja el muro de acero contra el peligro. Un protector.

Y los otros Latinos de la Florida? Cuando Trump ganó las elecciones de 2016 conocí a varios latinos con doble nacionalidad que habían regresado a Colombia a jubilarse. Votaron por Trump. También tenían miedo. No de una revolución de izquierda que los llevara de vuelta al comunismo pero de aquellos nuevos migrantes, de sus propios países, que supuestamente les robarían sus trabajos. Trump ha sido enfático en temas migratorios. Tan enfático que no ha dudado en separar a niños de sus padres para encerrados como animales en centros de detención, por separado, sin siquiera hacer un seguimiento de quien termina y en donde. Ahora se ha perdido ya el rastro de mas de 500 familias que han sido separadas. Biden prometió un ‘task-force’ que buscaría a los padres para reunirlos con sus pequeños. Esta es una elección extraña viniendo de los jubilados latinos, que también migraron con el objetivo de enviar dinero a sus familias.

Y los jóvenes? Siempre han sido la esperanza. Según el Miami Herald se registraron para sufragar al menos un millón de votantes entre 18 y 35 años. Y votaron, a pesar de que se dice que los jóvenes no votan. Y sus votos favorecieron a Trump. Que mantiene en su slogan la protección al pequeño empresario. Sí, votaron por Trump, pese a las acusaciones de acoso sexual, sus falsos, constantes y demoledores tweets, sus políticas racistas y machistas. Ganó, en Florida ganó.

Debamos aceptar la situación. Que no se trata del todo de Trump. Ni de Florida. Debemos aceptar que el discurso incendiario, la palabra insultante, las frases que segregan, atraen. Y todos los días debemos luchar contra este flagelo.

Sin embargo nuevos aires se asoman en el horizonte. Porque después de lo que hemos presenciado en estos cuatro años todavía hay esperanza. Hay mucho trabajo por hacer. No solo por parte de los gobiernos, si no de toda la sociedad, de los individuos. El tiempo cura. La polarización desaparecerá, o al menos decrecerá. Hay un nuevo mensaje que circula con fuerza, que las cosas volverán a su cauce. Si todo salen bien el Acuerdo de Paris volverá a la vida, y el Me Too Movement y el Black Lives Matter movement tendrán más fuerza y poder de acción que nunca. Volveremos de nuevo a saludar la paz y la armonía.

Luz