Reseñas Literarias
Este libro siempre me ha deslumbrado. Y no es a causa de Fantástica y todos sus habitantes, que llenan la imaginación de seres que lo único que deseo es que fueran reales. Excepto por los malos, claro, que son realmente muy malos. Es la historia, que alcanza ya niveles místicos. Vi la película por primera vez cuando tenía ocho años. Y se me quedó grabada en la memoria como una revelación. Porque resulta que la película, y este libro, en más detalle, explican que es la imaginación la causa de nuestra realidad. Y que entre mas soñamos, más esos deseos se vuelven realidad. Solo hay que imaginar, y desear, con toda el alma. Fue La Nada la que acabó con todo. Que no es otra cosa que el miedo convertido en lobo y otras formas oscuras, las que borran la belleza y creatividad de aquel mundo. ¿Pero qué otra cosa es el miedo si no la misma fe e imaginación del otro lado del espectro? Las cosas se vuelven claras u oscuras dependiendo de quién las imagina. En este caso nuestro amigo Bastian, que por casualidades de la vida acabó leyendo este extraño libro en el ático de su escuela. A Bastian le tomó tiempo creer en sí mismo. Solo le dio un nuevo nombre a la Emperatriz cuando quedaba ya un grano de arena. Por poco deja que La Nada destruyera la realidad de Fantástica.
Sin embargo Atreyu es un verdadero guerrero. En esta historia tiene diez años. Aunque esto no importa cuando conoces tu alma y el alma de tu pueblo, en este caso Fantástica. Porque es en este lugar donde no hay límites, precisamente porque cada uno de aquellos seres sabe de lo que es capaz. La Emperatriz, que también es una niña, lo ha sido así por cientos de años. Allí no hay secretos, ni tabús, allí se es siempre joven, bello, luminoso, fuerte, poderoso, armonioso, inteligente. Algunos seres tienen cuernos, otros son como sirenas y hadas, otros comen piedras, y el mejor doctor de todos, Cairon, es un centauro, un hermoso centauro de color negro. Nunca se supo de dónde vino La Nada. Yo creo que alguien que dudó o tuvo miedo la dejó entrar. El caso es que la Emperatriz cayó enferma y nada podía curarla. De ahí en adelante la Nada se esparció por todo el territorio, acabando con uno por uno de los seres maravillosos que allí habitaban.
Atreyu salió en busca de una cura para la Emperatriz, quien lo había escogido específicamente a él con la misión de salvarla. Llevó siempre un amuleto en su cuello llamado Auryn, que lo protegió, porque incluso los seres malvados de Fantástica respetaban a la Emperatriz y a todo aquel que llevara su símbolo. Pero la tarea no era fácil. Atreyu perdió a su fiel compañero Artax, su caballo, en los Pantanos de la Tristeza cuando a este lo devoró toda esperanza. Tuvo que pasar puertas asesinas, como aquellas esfinges que disparaban rayos ondulados en el Oráculo del Sur. La película no lo dice, pero el libro cuenta que aquellos rayos contenían los secretos del universo que debían ser descifrados por quien intentara pasar. Fue Engywook, el gnomo gruñón que habitaba cerca de las esfinges con su esposa, Urgl, el que contó todo a Atreyu cuando llegó moribundo a su guarida junto con Falkor, el dragón de la suerte, después de ambos haber sido envenenados por una araña gigante, que como último deseo los transportó hacia el Oráculo del Sur. Atreyu fue incansable, y casi que invencible. Solo había un problema. No le correspondía a él salvar a la Emperatriz. Si no a Bastian, aquel niño inseguro y miedoso que leía sobre aquella historia increíble y que a pesar de que las señales eran claras como el agua, no lograba aceptar que estaba en su poder salvar a Fantástica. Atreyu estaba desesperado, pero Bastian tenía libre albedrío. Si él no quería creer nadie podía forzarlo. Al final, movido por su instinto, Bastian dio un nombre a la Emperatriz. De ahí en adelante, todo fue magia.
Libro 100% recomendado, especialmente para todos los niños y niñas desde los ocho años de edad.
Luz