Escuchar

Mis Historias

El trauma lingüístico de la palabra Escuchar. Palabra fatal, pecado mortal. Al menos esto fue lo que se creyó de la pronunciación de esta palabra frente al público bogotano de hace algunos años. Puede que siga siendo el caso todavía.

Escuchar. No me refiero al verbo como tal, ni tampoco a su significado inclusivo y empático, si no a su sonido poco melodioso. Escuchar. Mi conclusión es que fue aquel ruido chillón al pronunciarla lo que le puso la letra escarlata en su frente. Se convirtió en una palabra prohibida, mal vista y de poca clase. Yo también cometí el pecado de eliminarla de mi vocabulario por el miedo que me producía el rechazo social. Cosas de jóvenes aquellas. Aunque aquel rechazo no era poca cosa. Y es que esta palabra se acercó peligrosamente a la endemia social que ataca a Colombia después de los siglos de los siglos. La distanciación de cada uno respecto a una clase socioeconómica en particular.  Escuchar. El poder de esta palabra creó otra regla social. Que producía la expulsión del que la pronunciaba desde incluso los mas altos niveles para caer en el hueco del no ser nadie. La letra escarlata. Escucharla de la boca de alguien conocido producía presagios de pocos augurios. Corría el año 2000 en aquella clase de derecho civil. Un amigo fue callado en pleno argumento legal por el profesor. Había dicho Escuchar. El silencio de la clase se cortaba con cuchillo. Aquel profesor, un erudito del derecho, contaba con los plenos poderes sociales para callar así a su alumno, increpándole un “Jamás! Jamás! Quiero volver a oír esa palabra en clase”! Y así, con las disculpas de mi amigo, por no haber hecho nada malo, ni siquiera lingüísticamente hablando, eliminamos de la mente la palabra en español con uno de los significados más empáticos y colaborativos. Veinte años después aquella palabra vuelve a aparecer, sonriente ante mi necesidad imperiosa de utilizarla para escribir. Ha vuelto triunfante, se ha instalado en la poltrona cerca a la lámpara que utilizo para leer, quiere que la vea. Y la veo, sin el más mínimo rasguño, la veo. Luz

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