La Mujer que Mira a los Hombres que Miran a las Mujeres —De Siri Hustvedt

Política y Feminismo

Existe un desequilibrio entre el mundo científico y el literario, pues el mundo literario siempre ha sido considerado como inferior. Tal vez es por su asociación con lo femenino. Pero, ¿Por qué es la ciencia considerada como un campo más fuerte, como algo que atañe a lo masculino, mientras que las artes y las humanidades son relacionadas constantemente con lo suave, con lo femenino? Y, dentro del mismo campo científico y literario, ¿Por qué los científicos y escritores del género masculino son preferidos, más reputados, y se confía más en ellos que en las mujeres que se mueven y producen el mismo entorno? Y, ¿Por qué si el mundo literario es considerado femenino, son las mujeres discriminadas como menos inteligentes, más superficiales y menos articuladas que los hombres? Esto es en lo que Siri Hustvedt expresa su gran talento, pues sabe encontrar percepciones en los demás que para el resto pasan desapercibidas. Husvedt ha sabido siempre como apuntar el dedo a varios aspectos y situaciones machistas de las artes y las ciencias.

El libro se divide en tres partes que ahondan en las percepciones personales y grupales que afectan los campos científicos, artísticos y literatos. El machismo siempre ha sido, y es, rampante. La autora analizó pinturas, revisó conferencias, e incluso se metió de lleno a examinar la vida personal de artistas para sacar del fondo las contradicciones entre aquella imagen que reflejan los célebres, su arte o sus escritos, y lo que realmente piensan. En varios casos estas contradicciones también se vislumbraron en la interpretación de su arte por críticos masculinos. La misma Hustvedt fue testigo en varias escenas, y conversaciones, tanto en el ámbito literario como científico, donde las mujeres fueron abierta y constantemente discriminadas.

La autora discute en este libro el comportamiento masculino y los prejuicios en torno a las mujeres. En “La Mujer que Mira a los Hombres que Miran a las Mujeres”, Hustvedt argumenta que, por ejemplo, Picasso nunca valoró a sus musas como sus iguales y se sintió desconcertada al examinar la obra “La Mujer que Llora”, exhibida en la exposición ‘Mujeres’. Encontró aquella obra cruel. La pintura es un retrato de Dora Maar, una reputada fotógrafa que tenía una relación con Picasso en aquella época. “La Mujer que Llora”, “es una imaginen de miedo, de machismo, de un placer sádico”, dijo Picasso en una entrevista. Hustvedt encontró una contradicción entre lo que Picasso quería demostrar con esta obra y las interpretaciones de los críticos, pues “La Mujer que Llora”, fue casi siempre descrita como una pintura de duelo a causa de la Guerra Civil Española. Aquellos mismos críticos de arte solían describir a las musas de Picasso por su primer nombre (Olga, Dora, etc.), calificándolas con un toque infantil y eliminando la mujer de aquellas descripciones, contrario a las descripciones que se hacían de Picasso, a quien siempre lo llamaban por su apellido. Hustvedt también comenta que Picasso “cortaba a las mujeres en sus pinturas”, poniéndolas en lugares diferentes del cuadro, no siempre de forma armoniosa, y también reemplazaba aquellas partes femeninas con otras figuras de animales. Un ejemplo de esto es ‘Desnudo de Pie Junto al Mar’ (1929), donde algo similar a una persona fue pintado, y ‘dos conos ridículos fueron también pintados como pechos, perturbando profundamente la identidad de aquello que fue pintado”. Las pinturas de Beckmann, artista alemán, también fueron expuestas en “Mujeres”. Según Hustvedt, las mujeres de Beckmann tenían confianza, por la única razón de que eran sus propios autorretratos que describían lo opuesto de lo que el se sentía como artista. A Beckmann le gustaba pintar las contradicciones, ‘el mundo patas arriba’ como lo dice Hustvedt, como en su obra ‘El Carnaval’. Aquellas mujeres confiadas nada tenían que ver con lo que el artista pensaba de las mujeres en general, a quienes veía como ‘distraídas, criaturas superficiales, que se miran su esmalte de unas”

El mismo patriarcado puede verse saltando de las artes a las ciencias, donde las mujeres son también tratadas como maleducadas y agresivas por el solo hecho de mostrar confianza en si mismas y ser exitosas en sus profesiones. Las mujeres corren también un mayor riesgo de ser asumidas como personas no lo suficientemente inteligentes o superficiales al dar conferencias y en otros ambientes académicos y corren mayores riesgos de ser humilladas en público. La misma Hustvedt estaba presente en una conferencia académica cuando un reputado científico humilló a su colega, una mujer, igualmente inteligente, igualmente reputada. Hutvedt describió la escena con empatía cuando la mujer científica rompió en llanto. Tal vez, dijo la autora, esto fue lo que selló la situación a favor del hombre, al darle la tan anhelada razón de que las mujeres son inmaduras y no lo suficientemente inteligentes. Luego procede a dar un consejo: No importa lo que pase, no importa lo que hagas, es mejor no llorar!

En otra de sus historias, ‘Sin Competencia’, la autora entrevistó a Karl Ove Knausgaard, un escritor noruego que escribió “Mi Lucha”, una serie de seis libros que describen su vida y la de su familia, y en varios pasajes las ‘miserias’ que tuvo que sufrir al haberse tenido que quedar en casa cuidando de sus hijos. A Hustvedt la atrajo la audacia de que un hombre se hubiera dedicado a mostrar sus sentimientos en estas particulares circunstancias que son compartidas en la mayoría solo por mujeres. Sin embargo, al preguntarle porque en sus referencias académicas solamente había incluido una mujer, el respondió: “porque no hay competencia”. Hustved interpretó este argumento como una posible comparación entre el escritor y otros hombres, dejando a la mujeres de lado, pues no podían competir con él.

A pesar de que todas las historias son descritas de forma muy racional, me sorprendió  gratamente el encontrar un aspecto más humano de Siri Hustvedt en la segunda parte del libro. Sus ensayos “Convirtiéndose en Otros”, “El Suicidio y el Drama de la Auto-Conciencia”, “La Filosofía en los Asuntos del Cerebro”, son fenomenales porque son educativos. La autora fue voluntaria en la Clínica Payne Whitney de Nueva York por mas de tres años, donde enseñaba escritura a los pacientes internos. Allí mismo fue testigo de los favorables efectos terapéuticos de la escritura en personas con traumas severos. “Escribir acerca de eventos traumáticos”, dijo, “puede resultar en una gran mejora a nivel físico y psicológico, a pesar de los efectos negativos que se puedan dilucidar a corto plazo”. Notó también que la mayoría de personas con un diagnóstico de desorden de la personalidad grave eran mujeres, lo que causaba un gran trauma y estigma social. Hustvedt sentía gran cariño por sus estudiantes, y afirmó que allí conoció personas con un gran talento. Uno de aquellos talentos era un interno que se encontraba allí con un trastorno bipolar.  Este estudiante tenía un talento nato. Solía escribir bellos poemas en solo un tiempo de veinte minutos. Otros estudiantes no podían siguiera organizar una narrativa simple, o frases, o siquiera palabras. Sin embargo, Hustvedt  siempre comentaba honestamente cada escrito, sin corregir el estilo. La intención no era hacer de aquellos pacientes escritores, ni mejores escritores, si no de permitirles expresar toda clase de sentimientos como terapia.

Los ensayos de Siri Hustvedt son una mirada a sus cualidades multifacéticas. Es un libro muy interesante, del cual se aprende enormemente. No lo recomendaría a quien le gusta la lectura ligera, sencilla y amena, ya que la mayoría de nosotros no podría absorber la riqueza de su escritura a la primera y probablemente este gran libro deberá ser leído una segunda vez. Cada página de este libro vale la pena su esfuerzo.

Libro 100% recomendado, especialmente a aquellos que continúan preguntándose por qué el feminismo es tan importante para mejorar las sociedades modernas.

Luz

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