Crimen y Castigo ­-De Fiódor M. Dostoievski

Reseña Literaria

Rating: 4.5 out of 5.

Dicen que para encontrar el sentido de la vida hay que leer a Dostoievski, así que me puse en la tarea.  De todas formas me encuentro en una cruzada de lectura de clásicos, y los rusos, especialmente Tostoï y Dostoievski, son pasos obligatorios para aprender a leer. Porque saber leer no es pasar los ojos por un montón de letras sin sentido, si no saborear con gusto cada frase, detenerse a oler el aroma de aquellas citas, conversaciones y emociones, e impregnarse de cada personaje hasta el punto de que se sientan en cada respiro.

No fue una tarea fácil el pasar por aquellas páginas, pues cada capítulo se quedaba en el aire como un golpe seco de sinsabores con tanta tragedia junta. No era para menos, la época en la que vivió el autor y en la que fue ambientada la novela en Rusia daba para aquellas escenas plagadas de desigualdades, de enfermedades y de una subsistencia cruda, donde no cabía placer alguno, si no una necesidad infalible de protegerse del frío y de la muerte en cada esquina. Las mujeres y los niños siempre descritos en situaciones que en nuestras épocas modernas serían (y son, porque todavía se dan), absolutamente inaceptables e insoportables vistas desde cualquier punto de vista ético y legal.

Aquellos personajes con una complejidad psicológica enorme fueron ubicados por Dostoievski en esas circunstancias extremas. El título del libro podría dar cabida a malinterpretaciones, pues pareciera que alguien simplemente cometió un crimen y la novela describiría el subsecuente castigo en una corte y en prisión. Pero esto hubiera sido algo muy simple para Dostoievski, o tal vez para aquella época donde los que iban a morir a Siberia eran más que todo pobres diablos atrapados en el momento y lugar equivocados.

El castigo que sufre Raskólnikov fue a todas luces psicológico. Un estudiante de Derecho que tuvo que abandonar su carrera por su extrema pobreza, se vio aplastado en todos los aspectos de su vida por la falta de dinero y por una superioridad moral que le permitió  sobrepasar los limites sociales y legales asesinando a una usurera que según él, carecía de todo valor en la sociedad. Solo después de aquel vil asesinato en el que la hermana de la usurera también muere, empieza Raskólnikov a sentir el peso de su acción, primero con fuertes síntomas físicos que lo llevan hasta los límites de la locura y luego con actuaciones erráticas que lo llevan a delatarse, perdiendo lo poco que le quedaba, como su familia, sus amigos y su libertad.

Alrededor de Raskólnikov flotaban varios personajes extremamente complejos también, algunos con personalidades nobles y caritativas, como Sonia, una prostituta de 18 años que se convirtió en su amiga. Su madre y su hermana Dunia, quien decidió casarse con Luzhin, un funcionario público con una personalidad turbia y pusilánime, quien estaba dispuesto a todo para conseguir que Dunia se casase con él y someterla a una vida servil. Por aquel camino trastabillado, Raskólnikov se encontró con Razumijin, un antiguo compañero de universidad que con un absoluto desinterés lo acompañó y lo ayudó en la búsqueda de la cordura, creyendo fielmente en su inocencia y en su amistad, a pesar de los rechazos directos por parte de su amigo. A través de Razumijin, Raskólnikov conoce al juez de instrucción que logra ver su crimen con una claridad y una paciencia que finalmente conduce a Raskolnikov a confesar su crimen.

La novela deja claro la capacidad de Dostoievski de denunciar los problemas sociales y filosóficos de su época con una claridad deslumbrante. Es así como denuncia el abuso infantil rampante de la época a través de Svidrigáilov, un pedófilo que enamorado de Dunia, la hermana Raskólnikov , a quien persiguió a través de Rusia (abusando de otras niñas y jóvenes antes y después) hasta que se suicidó incapaz de someterla a sus designios.

Dostoievski también filosofó acerca del comportamiento humano, argumentando que “Todo está al alcance del hombre y todo se le viene a las manos, solamente el miedo hace que todo se le escape” o que en “las ceremonias sociales, obligatorias en nuestro modo de vivir para todos, muchos pobres (refiriéndose a personas en situación de pobreza y a ricos) apuren sus últimas fuerzas y se gasten su última copeica (dinero) con el solo objeto de no quedar peor que los demás”. El más importante, “la compasión, en nuestros tiempos, está prohibida por la ciencia, y que así se practica en Inglaterra, donde existe la economía política”. En el plano personal, Dostoievski abogaba por el amor libre, diciendo que “los cuernos” eran una protesta al matrimonio y que en un matrimonio libre aquellos cuernos no existirán.

A pesar de los sufrimientos el epílogo es más benévolo. Raskolnikov encuentra una pena blanda, y muchos analistas interpretaron que el protagonista al final encuentra una vida feliz. En mi opinión, esto quedará a juzgar por el lector.

Luz

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