Reseñas Literarias

Esta reseña no tiene spoilers. Hace honor póstumo a uno de los mejores escritores de habla hispana que han existido jamás.

No es lo que dice. Qué también. Es más como lo dice. Es la descripción de los sentimientos humanos, a veces rapaces. Son las analogías, el idealismo mágico, el uso de los diálogos de aquellos años, las costumbres de la España de principios del siglo XX que creíamos ya haber olvidado.

Es también el encantamiento que causan sus personajes, expertos en despertar mentes adormiladas. Es la absoluta bondad de padre del señor Sampere, la ingenuidad y el arrojo de su hijo Daniel, que persigue una historia dentro de otro libro encontrado en el ‘Cementerio de los Libros Olvidados’ que lo lleva a los problemas como el ratón al queso y el contraste con el alma malévola de Fumero. Es también la zalamería de la sociedad de esa época, la condescendencia de la policía con el crimen, la resignación de las mujeres ante el destino negro que siempre las acogía por ser mujeres.

Porque este libro te vuela los sesos. Todas las historias se revuelven con otras pasadas y más imaginarias como la de Julián Carax y Penélope Aldaya. El pasado se encuentra con el presente mezclando vida y muerte, amor y dolor, tortura y descanso. Por qué, quién es el verdadero protagonista de esta historia? Es Daniel Sampere, o es Julián Carax? Y cuál historia? Parecieran existir varias dentro de este libro, que es tan abundante en riqueza literaria como una torta de chocolate y el dulce liquido de ese chocolate está en la riqueza de sus personajes.

Y es qué existirá alguien más en este mundo como Fermín Romero de Torres? Nada me llegó más al alma que su picardía incandescente. Su descripción física, sus valores morales y políticos hicieron de él un ser adorable y admirable. Sus proezas intelectuales y su uso idiomático me volaron la mente a carcajadas, y a lágrimas. Todo con este personaje me sabe a sal y a dulce, especialmente ese amor suyo por la Bernarda. Incondicional, amangualado y feliz.

Cada que tenía que cerrar este libro le daba un pequeño abrazo cerquita al corazón. De ahí que haya quedado un poco maltratado, pues lo cargué como a un bebé, lo llevé en mi mano como quien lleva un llavero, lo puse en mis piernas como quien pone a un niño, me aferré a sus esquinas, muy fuerte, como quien se aferra al alguien que quiere partir de manera indefinida.

Este libro es parte de una tetralogía que habrá que terminar. No queda más remedio.

Un libro que merece sus cinco estrellas, y mucho más que eso, 100% recomendado.

Luz