Reseña Literaria
Aleksy, el protagonista, no fue un niño amado. Lo supo siempre, y esta frustración lo llevo a la locura. Es duro leer sobre el odio de alguien hacia su madre, especialmente cuando nosotros los lectores amamos a las nuestras. También es duro leer cómo las experiencias que vive un niñ@ y los lazos que crea con su familia, o no, determinarán cómo será su vida de adult@. La vida de Aleksy se tornó miserable, porque encadenó aquellas experiencias con sus propias acciones erradas, una tras otra.
Es un libro fuerte desde el mismo principio. Porque las descripciones detalladas del odio hacia su madre chocan, especialmente porque pareciera que ella no hubiera hecho nada especial para merecerlo. Sí lo hizo, pues los sentimientos de Aleksy se originaron precisamente en un fuerte rechazo ocurrido años atrás. Probablemente aquel rechazo venía de nacimiento, pues su padre tampoco lo quería. Una vida que no alcanza la madurez porque todo venía arruinado desde la niñez. Pero de esto solo nos damos cuenta al final, porque la mayor parte de la novela sucede en un verano. El verano en que la madre de Aleksy tuvo los ojos verdes.
Lo lindo de este libro es precisamente ese pequeño espacio de tiempo soleado, que se lee como la yema de un huevo claro que se encuentra protegida de un entorno oscurecido por un pasado que no se quiere perdonar. Y que al final se perdona, porque aquel verano se plaga de momentos felices. Toda esa rabia acumulada y dirigida hacia su odiada madre, a quien él veía fea, desarraigada, desorganizada, comienza a desdibujarse con una confesión que ella le hace en uno de aquellos atardeceres. A partir de ahí, y empujado por la decisión incontestable de su madre de vivir lo que no habían vivido nunca, sumado a los paseos en bicicleta, los abrazos en la hamaca, las caminatas en el jardín, los desayunos de palomitas con cerveza, las idas a los mercados para comprar cachivaches, los castillos de arena y los caracoles pegajosos, comienzan a condensarse los sentimientos, que se purifican, pasando por un espectro de grises a blancos, hasta convertirse en amor.
Lo que se esperaba en un principio como un libro de puro drama sin sentido se convierte en un libro de enseñanzas, porque se acerca mucho a lo que es la vida de todos. Se acerca también a los errores que de común todos cometemos. El creer que estamos en este mundo para siempre. El asegurarnos a nosotros mismos que nuestro tiempo es ilimitado y que podemos tirarlo al viento sin consecuencia alguna. El pensar que podemos albergar aquellos sentimientos de ira, odio, envidias, celos y locuras sin sentido, y que tendremos tiempo de recoger el tiradero que dejamos a lo largo de nuestras vidas. Pues aquí, en este libro, se nos recuerda una vez mas que no es así. Aleksy y su madre se metieron en un remolino de felicidad, de alegrías y deseos a cumplir, de paseos en barco y de locuras imposibles, pero ya sin tiempo. Tanto es que su madre le dijo a Aleksy, que si tuviera ese tiempo, de nuevo, hubiera hecho todo bien, o al menos todo al revés, de otra manera. Y este libro deja un pequeño resquicio de miedo, a que esto nos pase, o le pase a alguien que amamos. Y así se llega a la moraleja, del aquí y del ahora, del amar sin pensar, de ser felices con poco, de gastar nuestro tiempo con los seres queridos, y sobre todo, de perdonar.
Libro 100% recomendado para una lectura amena de verano.
Luz